Todo comenzó una mañana
en el que nuestro profesor de psicología nos propuso la idea, o más bien, nos dio
la tarea de definir quiénes éramos realmente. ¿Quién soy? ¿Qué somos? Me estuve preguntando
todo el camino hacia mi casa; como suele pasar, esas simples preguntas sembraron
más dudas, y así crecían más preguntas dentro de mi cabeza ¿Por qué estamos acá?
¿Cuál es nuestro propósito en este mundo?
En los últimos meses
trate de descubrir quién era. El doctor es una persona dedicada a salvar
personas, se podrían llamar ¿Héroes? Por así decir, al igual que los bomberos. Después
están las maestras, que se ocupan de enseñarnos desde muy chicos, personas con
mucha paciencia, por cierto. Artistas, músicos, que nos ayudan a entender, que
nos sacan unos minutos de la realidad, que nos elevan a otra dimensión. El de
la basura, que se ocupa de que la ciudad permanezca limpia, todos los
miércoles, o los jueves. Tampoco faltan los que están para problemas, los “Malos”
pero… ¿Malos? Yo creo que todos tenemos nuestro lado malo, en algunos se nota
más, en otros menos. No voy a negar que hay personas que estén de más en este
mundo, pero tampoco juzgarlas. También hay madres, que son capaces de hacer más
de diez cosas a la vez, sin olvidarse de respirar. Hay madres que nacen madres,
sin aun serlo. Hay amigos, enemigos, padres, hermanos. Pero yo… Yo ¿Qué soy? Y
no hablo de etiquetas; ni de linda, ni de fea, ni de flaca, ni de malhumorada,
ni de loca, ni de gorda. No, es algo que va más profundo, más adentro, en el
alma. Todos poseemos un alma, algo particular, diferente, único. Todos somos
individuos diferentes, ninguna persona es comparable con la otra. El alma se
concede en el momento en el que empieza a latir nuestro corazón, en el vientre
de nuestra mamá. Creamos un sonido, ajeno al resto de las personas, algo que solo
nosotros mismos podemos crear. Esa alma significa que tenemos una vida, que nos
pertenece, eso nos da algo de poder. Poder decir, tengo mi vida, y es mía, y con
ella hago lo que quiero ¿No?... Si, algo así, pero no. Al nacer, al
experimentar nuestras primeras sensaciones, aprender a llorar para avisar que
tenemos hambre, sueño, disgusto, y demás, nos ayuda a comprender, que
necesitamos del otro. Y después a los años, aprendemos el sí, el no, el bueno,
el malo, lo que está bien, lo que está mal, lo que nos gusta, lo que no nos
gusta, lo que somos capaces de hacer, y lo que por ahí, todavía no podemos. Nos
vamos relacionando con gente, y aprendemos a vivir. Y después todos caemos en
una rutina, dentro de un sistema manejado por unos pocos. Tenemos límites,
derechos y leyes que cumplir. Y así vivimos.
Y con el tiempo cada uno elige, cada uno
construye su propio pensamiento, sus propios gustos, hasta elige su propia religión
(Por lo menos en su mente). Y así transcurre todo; pasamos por momentos
felices, tristes, feos, malos, lindos, emocionantes, traumantes, hasta momentos
sin sentido e innecesarios, o momentos en los que decimos ¿Por qué me tiene que
estar pasando esto a mi? ¿Con qué fin? Y ahí tenemos que entender, que aveces,
las cosas pasan, sin razón, y hay que bancarlas, afrontarlas. O decir, ¿Por qué
a mi me tocó vivir así, mientras que fulanito vive como un rey? O viceversa. Y
aceptar, la familia, el lugar, la situación económica, y la época en la que nos
toco vivir, porque sí, porque no va a haber un milagro que nos cambie la vida en
dos segundos. También aceptarse a unos mismos, y no decir; ¿Por qué yo no puedo
tener la cintura de esa mina? ¿Por qué tuve que tener los pelos rizados si me
encanta el pelo lacio? Cada uno tiene algo que es un poco difícil de explicar,
una particularidad. Quererse, porque si no te querés no te quiere nadie, y es
así. Aceptar que hay y va a haber momentos, en los que vamos a tener que estar
completamente solos ¿Y? vamos a tener que empezar a querernos, queramos o no.
Y principalmente, querer a la vida. Aunque
muchas veces nos decimos “Me quiero morir, no aguanto más, mi vida es una
mierda” Pero hay que quererla, porque nacimos, y nacimos para vivir. Luego se
verá ¿No? Tratar de construir nuestra vida como podemos. Equivocarnos,
aprender, remarla, pelear por lo que queremos; por lo que verdaderamente
queremos y nos importa, no por boludeces, dibujar, crear, imaginar, desahogarse
–Como yo, con este humilde texto- amar, odiar. Porque sí, porque somos libres.
Dentro de nuestras mentes somos capaces y libres frente a cualquier cosa. Cualquier
problema, cualquier dificultad, cualquier sueño o meta, en nuestra mente, es afrontable,
es real.
Por eso; ¿Qué soy? A veces no deberíamos
preguntarnos que somos, deberíamos preguntarnos ¿Qué quiero ser? Yo quiero ser
libre, por lo menos en mi mente. ¿Vos, que querés ser?
No hay comentarios:
Publicar un comentario