viernes, 9 de noviembre de 2012

En mi mente, soy libre.


Todo comenzó una mañana en el que nuestro profesor de psicología nos propuso la idea, o más bien, nos dio la tarea de definir quiénes éramos realmente.  ¿Quién soy? ¿Qué somos? Me estuve preguntando todo el camino hacia mi casa; como suele pasar, esas simples preguntas sembraron más dudas, y así crecían más preguntas dentro de mi cabeza ¿Por qué estamos acá? ¿Cuál es nuestro propósito en este mundo?

En los últimos meses trate de descubrir quién era. El doctor es una persona dedicada a salvar personas, se podrían llamar ¿Héroes? Por así decir, al igual que los bomberos. Después están las maestras, que se ocupan de enseñarnos desde muy chicos, personas con mucha paciencia, por cierto. Artistas, músicos, que nos ayudan a entender, que nos sacan unos minutos de la realidad, que nos elevan a otra dimensión. El de la basura, que se ocupa de que la ciudad permanezca limpia, todos los miércoles, o los jueves. Tampoco faltan los que están para problemas, los “Malos” pero… ¿Malos? Yo creo que todos tenemos nuestro lado malo, en algunos se nota más, en otros menos. No voy a negar que hay personas que estén de más en este mundo, pero tampoco juzgarlas. También hay madres, que son capaces de hacer más de diez cosas a la vez, sin olvidarse de respirar. Hay madres que nacen madres, sin aun serlo. Hay amigos, enemigos, padres, hermanos. Pero yo… Yo ¿Qué soy? Y no hablo de etiquetas; ni de linda, ni de fea, ni de flaca, ni de malhumorada, ni de loca, ni de gorda. No, es algo que va más profundo, más adentro, en el alma. Todos poseemos un alma, algo particular, diferente, único. Todos somos individuos diferentes, ninguna persona es comparable con la otra. El alma se concede en el momento en el que empieza a latir nuestro corazón, en el vientre de nuestra mamá. Creamos un sonido, ajeno al resto de las personas, algo que solo nosotros mismos podemos crear. Esa alma significa que tenemos una vida, que nos pertenece, eso nos da algo de poder. Poder decir, tengo mi vida, y es mía, y con ella hago lo que quiero ¿No?... Si, algo así, pero no. Al nacer, al experimentar nuestras primeras sensaciones, aprender a llorar para avisar que tenemos hambre, sueño, disgusto, y demás, nos ayuda a comprender, que necesitamos del otro. Y después a los años, aprendemos el sí, el no, el bueno, el malo, lo que está bien, lo que está mal, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, lo que somos capaces de hacer, y lo que por ahí, todavía no podemos. Nos vamos relacionando con gente, y aprendemos a vivir. Y después todos caemos en una rutina, dentro de un sistema manejado por unos pocos. Tenemos límites, derechos y leyes que cumplir. Y así vivimos.
  Y con el tiempo cada uno elige, cada uno construye su propio pensamiento, sus propios gustos, hasta elige su propia religión (Por lo menos en su mente). Y así transcurre todo; pasamos por momentos felices, tristes, feos, malos, lindos, emocionantes, traumantes, hasta momentos sin sentido e innecesarios, o momentos en los que decimos ¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mi? ¿Con qué fin? Y ahí tenemos que entender, que aveces, las cosas pasan, sin razón, y hay que bancarlas, afrontarlas. O decir, ¿Por qué a mi me tocó vivir así, mientras que fulanito vive como un rey? O viceversa. Y aceptar, la familia, el lugar, la situación económica, y la época en la que nos toco vivir, porque sí, porque no va a haber un milagro que nos cambie la vida en dos segundos. También aceptarse a unos mismos, y no decir; ¿Por qué yo no puedo tener la cintura de esa mina? ¿Por qué tuve que tener los pelos rizados si me encanta el pelo lacio? Cada uno tiene algo que es un poco difícil de explicar, una particularidad. Quererse, porque si no te querés no te quiere nadie, y es así. Aceptar que hay y va a haber momentos, en los que vamos a tener que estar completamente solos ¿Y? vamos a tener que empezar a querernos, queramos o no.
  Y principalmente, querer a la vida. Aunque muchas veces nos decimos “Me quiero morir, no aguanto más, mi vida es una mierda” Pero hay que quererla, porque nacimos, y nacimos para vivir. Luego se verá ¿No? Tratar de construir nuestra vida como podemos. Equivocarnos, aprender, remarla, pelear por lo que queremos; por lo que verdaderamente queremos y nos importa, no por boludeces, dibujar, crear, imaginar, desahogarse –Como yo, con este humilde texto- amar, odiar. Porque sí, porque somos libres. Dentro de nuestras mentes somos capaces y libres frente a cualquier cosa. Cualquier problema, cualquier dificultad, cualquier sueño o meta, en nuestra mente, es afrontable, es real.
   Por eso; ¿Qué soy? A veces no deberíamos preguntarnos que somos, deberíamos preguntarnos ¿Qué quiero ser? Yo quiero ser libre, por lo menos en mi mente. ¿Vos, que querés ser? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario